Da gusto ir a Almeria por lo bien que se come y sobre todo por las playas de El Cabo de Gata que son algo extraordinario. En esta entrada, os escribo sobre los sitios que hemos visitado en Roquetas de Mar de la mano de auténticos expertos. Y en especial del Restaurante Alejandro que nos pareció uno de los sitios a visitar y que hace valer el viaje hasta Almería. Los sitios visitados y que os describo en esta entrada son fruto del conocimiento de uno de los tíos más grandes de Almería, el padre de mi colega Paco.
La primera recomendación llego durante el viaje. Salimos de Madrid y tras cruzar por el nuevo tunel de Despeñaperros, una gozada por cierto, paramos a comer en el pueblo de La Carolina en el restaurante La Perdiz. El sitio está muy cerca de la autovía y es muy cómodo para hacer un stop and go. Además, no hace falta saber leer para llegar!

Nos complicamos poco y tras una cerveza bien fría y unas aceitunas bien buenas, pedimos un gazpacho, una ensalada y una perdiz estofada. La perdiz tenía buen sabor aunque se les quedó un pelín seca y el estofado estaba muy bueno. Os dejo un primer planazo del plato!

Esta comida ligera nos dio energía suficiente para llegar hasta Roquetas de Mar, pero dejando hueco para la cena. Ya en Roquetas nos juntamos con el gran Paquito, un enamorado de su tierra y más aun al estar desterrado en Barcelona.
Fuimos para la zona del puerto y antes de ir al restaurante, estuvimos en un bar de los buenos de verdad. El bar está en la calle de los deportes, que es una perpendicular al paseo del puerto. El nombre no me quedó claro porque en la puerta había un par de carteles (Bar El Pescaito y Bar El Rincón del Puerto) pero vamos que por lo visto se le conoce por el «Bar de Paco» y se distingue fácil porque tiene una terraza montada en mitad de la calle. Bueno, lo que tiene de especial este bar es que la tapa que te ponen es de pescado y está cojonuda. Y es que en otros sitios, casi todas las tapas son de carne guarra en plan hamburguesa, pincho, lomo… que no están mal pero la zona es más de pescado. Así que las tapas que pedimos en el Bar de Paco fueron un poquito de jibia plancha (tierna y buena), una pijota (la mejor que me he comido en mi vida) y unas cigalas (sabrosas y todo un lujo de tapa). La caña la pagas a 2,30 € pero da gusto pagarlo porque merece mucho la pena por las tapas que te ponen.
Y de ahí, con el ansia más que dominada, nos fuimos a cenar al Restaurante Alejandro. Las 4 críticas de google+ lo ponen fenomenal y la quinta, que acabo de escribir ahora, va por el mismo camino. Lo que si que os recomiendo es visitar la web antes de ir. Es muy completa y te da ganas de plantarte allí para el siguiente servicio.
El restaurante está decorado de forma simple y relajada. Tiene el buen detalle de que desde la sala se puede ver la cocina situada tras una gran cristalera, pero por mucho que entren y salgan los camareros no vas a oir barullo ninguno. Es decir, una sala bien llevada.

Venga pues ya nos ponemos con la carta. Tiene tres menús, uno express a 30€, otro degustación a 40€ y otro de degustación que incluye mariscos a 60€. Nosotros nos decantamos por el intermedio. Pongo como excusa las tapas que nos habíamos tomado antes, pero la próxima vez le daremos al de marisco. Os dejo en qué consistía el menú.

Os cuento plato a plato con algunas observaciones. Vamos con los Snacks. Originales y un muy buen comienzo. En la foto de abajo podéis ver un sandwich de camarones muy original, una especie de panecillo con espuma de jamón que estaba genial y el tenedor con un paté o crema de arenques que estaba buenísimo. Los arenques me flipan. Ese sabor contundente me vuelve loco. Y se ve que aquí también lo valoran porque en el siguiente plato también cayó. El gazpacho de fresas con arenques. Muy bueno y la fresa se hace notar. Eso sí, no se que me pasa este verano que todos los gazpachos me parecen que tienen una pizca de vinagre de más. Cada día soy más de salmorejo.

Tras el gazpacho, un plano sencillamente espectacular: el ceviche de ostra con apionabo. La ostra en todo su esplendos acompañado por una sopita fría que le va como anillo al dedo. Si se visita este resurante hay que probar este plato si o si. No hice foto, pero aquí os dejo la que he encontrado en el blog de sota, caballo y rey que tiene una reseña muy buena sobre este sitio y os recomiendo visitarla. Los platos que ellos tomaron son diferentes a los de nuestro menú y me parecen aun más espectaculares.

El siguiente plato, también estupendo: ajoblanco con bonito marinado y uva ecológica. Muy buena mezcla. El ajoblanco suave y sabroso que te prepara bien para el bonito. Que a mi me parecía más un tataki que un marinamiento pero en realidad no se si incluso es lo mismo… en fin ignorancia pura y dura.

Después del festival del bonito pasamos a una ensalada para cambiar de tercio a los platos principales. La ensalada con vieiras y jamón con tomate seco muy buenas. El jamón está crujiente pero no salado y queda de lujo.

El primer plato fuerte fue el pez limón con parmentier de su hígado. Muy bueno. El pez limón es de esos peces sabrosos de piel dura. Y el puré con el toque del hígado, pues una genialidad. A partir de ahora intentaré meterle un poquito de casquería a los purés.

Y por último, la carrillera de ternera. Buena, pero no a la altura de los pescados.

Del postre y petit fours no eché fotos pero también muy buenos. La cena la acompañamos con una botella de un vino blanco de la zona. Una botella de Este de 2010. Muy fresca y muy bien de precio.
Y al día siguiente, después de un buen baño en la playa, nos tomamos un arroz del Restaurante Cocodrilo. Y en lo que esperábamos el arroz nos tomamos unas buenas cañas con su tapa de bacalao (buena) y la de merluza (buenísima). Además, del arroz nos llevamos unas raciones de mero en vinagreta y de cazón en adobo que estaban realmente buenas.
Lo dicho, que pasamos un día en roquetas de mar realmente bueno y aquí os dejo todo el conocimiento del tío más grande de Roquetas.