Zona Laurel en Logroño – Espartanossss Au Au Au!

Bueno bueno bueno perdón de veras por la tardanza pero… vais a ver los dos post, pintones de verdad, de nuestra visita a Logroño con los que nos vamos a desmarcar. Este primero es de la zona de tapas. Y el siguiente que estamos cocinando es sobre un templo: El Portal de Echauren.

He tenido la suerte de haber visitado recientemente Logroño con una compañía imbatible. No eramos 300 si no solo 3 pero hicimos de la calle Laurel nuestro Estrecho de las Termopilas y nos intentamos defender lo mejor que pudimos. La visita nos dio para una noche que sirvio de toma de contacto y un día entero que fue cuando le sacamos más partido. De todas maneras, antes de ir creo que es recomendable consultar la página web oficial de la zona.

La primera noche, de los 4 o 5 sitios que estuvimos yo destacaría el pincho de foie fresco de la Taberna del Tío Blas (Calle del Laurel 1) y la tapa que nos tomamos de merluza y el pimiento relleno de bacalao del Bar Sebas (Albornoz 3).

Y ya pasando al día serio que echamos de tapeo… pues empezamos con el chorreo de bares en los que estuvimos. En cada uno os pongo lo que tomamos, y con alguna fotillo. Pido perdón porque no son de mucha calidad, pero lo importante es que os hagáis una idea.

Buen acompañamiento para el carpaccio de hongo

El primer sitio fue el Laurus en la calle Laurel. Pedimos unas cervezas para desengrasar un poco el cuerpo pero después pasamos a unos riojas muy buenos. Este sitio está bien puesto, de estos de cocina de autor con buena musiquilla y tapas resultonas. Y la verdad es que se veía a bastantes autoctonos entrando a comer. De tapas pedimos una carrillera al vino tinto (buena), un bacalao en tempura con cebolla y puerro (mejor) y… lo que más nos gustó, un carpaccio de hongos que estaba realmente bueno. Con buen aceite y pimienta. Además, estábamos un poco perjudicados del día anterior y entraba fresco y suave que te daba una sensación de «depuración» necesaria en aquellos momentos.

Matrimonio con gananciales

De ahí, pasamos a unos de los que más me gustó. El Blanco y Negro. Al entrar, bar antiguo con mucha madera y autóctonos del lugar. Atraídos en parte por la tradición y … por la camarera!! Sólo había que ver cómo se despedían de ella. Habíamos leido que en este sitio había que pedir la tapa de anchoa y boquerón (matrimonio) y a mí me encantó. Buen calibre de boquerón, buena salmuera de la anchoa… perfecto!! Nos animamos a pedir otro pincho de la buena pinta que tenían. Borja tiró de bonito desmigado con cebolla, Alex de anchoa de oro y yo pues otro matrimonio! Catetismo puro y duro. La verdad que en este sitio la cerveza también la ponían bien fresca y en tu vaso grande. Nos tomamos unas cuantas al ritmo de una charanga callejera que estaba rondando la zona muy muy buena.

Entrecotte de La Canilla

Cuando salimos del Blanco y Negro ya estaban empezando a cerrar los sitios y nos refugiamos en el tonel de una pulpería. El pulpo muy bueno pero también pedimos gazpacho y… estaba matador de vinagre. Fue una buena parada antes de ir a un sitio en el que la tapa recomendada era el Entrecotte!! Es el Bar La Canilla. Cuando llegamos quedaba todavía algún rezagado pero el sitio tenía toda la pinta de ser de los que se ponen hasta la bandera en hora punta. Nos pedimos la prometida tapa de entrecotte que es bastante asequible en cantidad y la carne muy buena. Tenían buena selección de riojas fresquitos y nos fuimos al Azpilicueta y a La Vendimia. Este último me gusta bastante y la etiqueta es de estas chulas. Me lo recomendaron en la Vinoteca de al lado de mi casa y desde entonces donde voy lo pido.

Con ese bar dimos por terminada la sesión matinal y empezamos la búsqueda de un sitio donde tomarnos un buen refresco. Fuimos para la calle, Bretón de los Herreros y de suerte dimos con el café La Luna. Buena música, buenas copas y unos Bloody Mary’s que nos prepararon muy buenos. Además, con su futbolín de hierro que nos sirvió para movernos un poro y digerir los alimentos.

Confraternizador 2.0
Setas de Ovidio Campeador

Tras reposar un poco volvimos a la carga con la calle Laurel. Esta vez empezamos entrando por El Cid. Al llegar estábamos solos. Bueno, solos no. Allí estaba el gran Ovidio con el qe empezamos a hablar de lo mal que están las cosas en todos los lados. La verdad es que no teníamos mucho hambre pero por eso de la curiosidad le preguntamos que tenía de tapa. Ovidio nos dijo que en esa santa casa sólo se marchaban setas. Y setas que pedimos. Sólo una palabra: espectaculares. Entre vino y vino no se la de setas que nos pudimos comer. Pero es que oigan, miren la pinta con las que las sacan. Para mí, ha cambiado completamente la imagen que se me viene a la cabeza cuando mencionan al Cid. Antes Rodrigo Diaz de Vivar. Ahora, setas.

Y después de El Cid, al otro templo de la micología de esta zona: El Soriano. A tomar otra de las tapas que no te puedes marchar sin probar, El champiñon con gamba a la plancha. El bar es pequeño y la barra suele estar hasta arriba pero son muy rápidos atendiendo y sobre todo sacando manos y manos de champiñones. Y además a buen precio.

Oreja de cordero para valientes

Y de ahí y ya por último para dar por terminado este glorioso día, al Bar El Perchas. Un colchonero de pro que pone unas orejas de cordero rebozadas buenísimas. Eso sí, igual que los champiñones son más aceptados por todos los paladares, la oreja es más «exclusiva» de paladares finos y no a todo el mundo le gusta. Pero vamos que para un día de valientes fue un final digno y nos sirvió para darnos los últimos golpes en el pecho!

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