Justo a la vuelta de navidad decidimos probar uno de nuestros mayores pendientes de los restaurantes de Oporto, el Foz Velha. Velha suena como «bella» pero en este caso significa La Vieja Foz, ese barrio que junto con la Baixa (el centro) define la vida y el estilo de Oporto. Foz Velha es sin duda uno de los mejores sitios para comer en este barrio, aunque anteriormente ya hemos comentado otros. El local, abierto hace ya 10 años, al mando del chef y propietario Marco Gomes, se autodefine como «restaurante gastronómico» y ofrece una cocina tradicional portuguesa con ese toque gastro de innovación.
El local está ubicado en la primera planta de una de las calles más transitadas de la Foz, paralela al mar, pero ofrece un ambiente muy relajado y agradable, recordando un poco al salón de una casa. Por la noche la luz es muy tenue y suelen dividir el salón en varios ambientes utilizando visillos, y además las mesas están bastante separadas, por lo que el sentido de agobio es nulo.

La carta es algo particular. Se conforma de tres menús degustación, además de los menús de mediodía de 12-14€. Los menús rondan los 50-60€ y constan de varios entrantes y platos principales, pero si no tienes tanta hambre o quieres conformarte tu propio menú, cada uno de los platos tiene su precio independiente para pedirlo a la carta. Eso sí, el precio está más ajustado si pides el menú completo que por partes.
Fuimos a cenar dos parejas. Cuando llegamos nos ofrecieron en la barra un aperitivo, por lo que pedimos unos port-tonics y cervezas, que al cabo de unos minutos nos llevamos a la propia mesa. Tienen una impresionante carta de vinos, pero nosotros nos decantamos por un vino del Duero barato (15€) que conocemos y da muy buen resultado: Diálogo, de bodegas Nieeport. Para entrar en calor nos trajeron como couvert (3,8€) las cestas de pan, que cobran a buen precio pero merecen la pena. En Portugal el picoteo de pan con mantequilla es una tradición, pero en este lugar es todo un arte y un placer. Mucho pan y excelente, de varios tipos. Me encantaron los palitos con sal. Como acompañamiento mantequilla y aceite de oliva espectaculares.

Pedimos un entrante para compartir y luego un plato cada uno, pero mientras esperábamos nos trajeron un platito de la casa estupendo para abrir boca. Yo creo que va en el couvert junto con el precio del pan, pero a lo mejor lo ponen siempre independientemente. Consistía en una versión de la francesinha en miniatura pero rellena con alheira. Buenísima, sobre todo por la salsa que no tiene nada que ver con la que te pueden poner en los sitios normales de Oporto.

De entrantes pedimos un par de raciones de crujientes de alheira de Tras-os-Montes con manzana y salsa de setas. No es que seamos fanáticos de la alheira (aunque está muy buena!), pero no sabíamos que nos iban a traer el entrante anterior de la casa. Cada ración traía dos unidades así que tocamos a una por cabeza. Realmente rica.

Tras los entrantes llegó también sin pedirlo un pequeño sorbete de hierbabuena y algo más, tremendamente bueno. Te quedas con ganas de más.

Yo pedí de segundo un folhado (hojaldre) de paloma con selección de setas y salsa de foie (21,5€). Aunque el resto no daba un duro por mi elección, claramente fui el que más acertó. A no ser que no te guste el sabor de la paloma, este plato yo creo que hay que pedirlo porque está rico y sabroso a decir basta, además de ser bastante contundente.

Las chicas pidieron ambas la lubina con boniato machacado y salsa mediterránea (19€). El pescado muy rico y fresco, como siempre en Oporto. Además la costrita de la piel crujiente le daba un toque fantástico. Nos gustó menos el sabor dulce que le daba el boniato y que a nuestro parecer no casaba del todo bien con el pescado.

José, que también es de buen comer, se pidió un cochinillo confitado con ensalada de manzana, espárragos verdes y esferificación de maracuyá (19€). Rico también, pero a mi gusto le faltaba algo más de salsa para darle gracia al lechón. Personalmente no soy muy de pedir lechón en Oporto.

Nos trajeron la carta de postres y aunque mucho hambre no había, como nos parecieron todos muy sugerentes decidimos probar un par: El Vergel de Invierno y la Tierra de Chocolate (9€ cada uno).


La presentación de los postres como podéis ver es alucinante, aunque debido al precio que tienen ya lo merece. Sin embargo tienen el defecto portugués del dulce, y es que no suelen ser suficientemente dulces. Estaban buenos sin más, pero no llegaron al nivel del resto de la cena y se puede prescindir de ellos (o quizá hay mejores elecciones en la carta de postres). Tras la cena puedes tomarte una copa en el sitio, pero la mejor idea es ir al Bonaparte, un pub en Avenida do Brasil frente al mar, a 3 minutos paseando. Casi los únicos gintonics bien puestos de la ciudad.
Como pequeñas pegas pondremos que no tiene buena calefacción y ese día de invierno hacía un poco de fresco dentro, y que puedes salir un poco con olor a comida de la cena por no tener demasiado buena extracción, aunque allí dentro no se nota. En conclusión, un sitio muy recomendable para llevar a gente (mesas no muy grandes) para que pruebe comida portuguesa de calidad. El servicio excelente y el ambiente encantador.
Web: fozvelha.com
Precio: 41€ (IVA 23% incluido)