Muy buenas. Voy a ver si saco unas cuantas entradas atrasadas, que hay bastante que contar. En febrero, aprovechando las súper nevadas que hubo por el norte, nos fuimos Carmen y yo como kamikazes a Baqueira, a ver si se podía esquiar algún día, pero sobre todo a disfrutar de la zona del Valle de Arán totalmente nevada, que ya de por sí es preciosa en cualquier estación.
Uno de los días fuimos a cenar al Ticolet, por recomendación de nuestro amigo Mol, que se conoce Baqueira estupendamente. El Ticolet es uno de los sitios más clásicos de Baqueira, ya que tiene casi tanta historia como la estación. Cuando en 1964 se inauguraba la estación, la familia Clodie decidió abrirse un hueco allí para alimentar bien a los primeros esquiadores. Fueron probando varios negocios y en 1976 abrieron por fin el Ticolet, y desde entonces son una una referencia en la estación. Con el tiempo han abierto además otros restaurantes de la «cadena», como son La Raclette o la Pierrade, donde ofrecen otros tipos de comida, más informales, pero igualmente recomendables para esas noches de invierno cuando sales a cenar con más hambre que el perro de un ciego. Están todos situados en la misma plaza, en pleno 1500.

El comedor como podéis ver es muy agradable, con mucha madera y mantel de tela en las mesas. Nosotros nos sentamos junto a la ventana y el espectáculo de ver neva a saco mientras cenas es genial e hipnótico (lo único malo es que entraba un poco de fresqui). Tienen una carta bastante amplia, pero mucha gente, como nosotros, suele optar por el menú de noche (36€), en el que pruebas bastantes cosas a un precio muy ajustado, y con un plato principal muy digno.
De beber pedimos un Waltraud 2011, un Riesling de bodegas Torres con D.O. Penedés que nos encantó. Para cenar la uva Riesling me encanta, por su sabor afrutado pero no demasiado dulce.
- Coca y chupito de gazpacho
Nada más empezar nos trajeron un par de aperitivos para romper el hielo (nunca mejor dicho), que consistían en unas cocas con pipas de girasol y un gazpacho dulce. Tras eso, el menú incluía cuatro snacks a modo de entrante. El primero, riquísimo, fue el mini-sandwich de seta shitake con mozarella. Podéis apreciar en la foto que el pan es fino finísimo y muy tostadito riquísimo, y sin quitarle el protagonismo al interior.

Tras los sándwiches, un par de huevos pasados por agua con crema de patata y mantequilla de tartufo. Viene ya todo mezclado y listo para comer con la cucharita. Importante hacerlo rápido antes de que se enfríe. El sabor magnífico con su toque de trufa.

El tercer snack era una copita de coulis de tomate con helado de aguacate, rematado con unos piñones. Es el típico plato que no sabes cómo va a combinar, pero que al probarlo todo junto te encanta. Por ahora la cena iba viento en popa, porque además fueron muy rápidos trayendo los platos y en ningún momento pierden el ritmo.

El último entrante la verdad es que sí nos pareció flojo y casi de relleno. Eran unas tartaletas con espuma de queso de cabra, que apenas sabían casi y la espuma, casi insípida, no aportaba nada. Malo no estaba pero es casi para llenar estómago.

De segundo nos dieron a elegir entre cordero, pluma ibérica, merluza y esturión. Carmen eligió la merluza y yo me arriesgué con el esturión, que no es fácil de encontrar y nunca lo había probado.

Ambos platos estaban buenos, pero como podéis ver en las fotos, van a compañados de un festival de complementos y salsas, lo que hace que más que un plato parezca un circo de cinco pistas. Los pescados eran de primera, y el esturión pescado en el propio valle, pero todo lo que los acompaña no estaba bien acompasado y resultaba excesivo. Es imposible tomar a la vez todas las salsas y verduras con el pescado, así que acabas haciendo como mini platos y todos saben diferentes según los vas combinando, y se echa en falta una armonía de sabor en el plato. Aparte de eso a mí no me gustó mucho el esturión, pero reconozco que era más por el sabor del propio pescado, que por que estuviera mal preparado. La verdad es que los pescados de río al horno y yo no encajamos del todo. Ahumados sin embargo me encantan.

De postre hay dos opciones más una poco llamativa de bombones helados. Pedimos cada uno una, para probarlo todo. Uno era una tartaleta de chocolate con helado y salsa de fruta de la pasión. Nada del otro mundo.

El otro sí me pareció espectacular, una copa de plátano y cassis con espuma de yogurt. Para meter la cuchara hasta el fondo y disfrutar!

En resumen, la cena estuvo muy bien, si bien es cierto que la parte de los pescados nos dejó un poco fríos. A nuestro parecer es un sitio que se preocupa mucho por las apariencias y al final la calidad de los platos tampoco es como para su fama, aunque para comer bien y en un sitio elegante yo creo que es la mejor opción de Baqueira. El precio, además, no es nada alto para el tipo de comida. Yo quizá agradecería algún que otro guiño a la cocina aranesa, que me encanta.
Web: ticolet.com
Precio: 50€
Aprovecho para poneros unas fotos de Baqueira hasta arriba de nieve y os invito a visitarla en cualquier momento del año. En esa zona se puede hacer un montón de turismo rural y hay una iglesias románicas espectaculares.

Web: ticolet.com
Precio: 50€