Gallego se lo pasó teta en la barra
Nuestra experiencia fue en la barra y la verdad es que estuvo genial. Un sitio elegante y en las mesas altas de la barra se está realmente bien. También tenéis la posibilidad de sentaros en la terraza.
Nosotros comimos a base de medias raciones y es altamente recomendable. Como podéis ver en la carta, no todos los platos los sirven en media ración, pero vamos que tienes muchas opciones. La raciones están bien de cantidad y, a nosotros, con pedir dos por persona es suficiente. Pedimos las croquetas, la ensaladilla rusa, el steak tartare y las carrilleras de cerdo. Según nos comentó la camarera, Nicoleta, pedimos las raciones más representativas del Restuarante Edulis así que para una primera visita está perfecto.

Empezamos con unas croquetas de jamón y boletus que estaban de maravilla. Les faltaba un poco de consistencia y hay que ser un poco hábil para que no se rompan. Pero lo que falta de densidad, se compensa con un sabor extraoridnario. Muy buenas. Las cambian cada temporada, así que daros prisa que estarán a punto de actualizar las de otoño.

Y acompañando las croquetas, la ensaladilla rusa de temporada. Otro platazo. Una ensaladilla excelente que además acompañan con camarones. Lo bordan y que además este plato también lo actualizan cada temporada.


El siguiente plato fue el steak tartare. Un steak tartare de los buenos. De los que saben a carne. Sin mostaza y de aliño suave. Si el producto es bueno, no la cagues.

Y por último, las carrilleras de cerdo al curry rojo con puré de boniato. Muy buenas. Con el curry rojo y el puré de boniato consiguen domar el sabor potente de la carrillera y hacen un plato elegante y relativamente suave. Eso sí, la primera vez que vayas si tienes que elegir, tírate al steak tartare que personalmente me gustó más.

Y por último, pero no menos importante, destacar el servicio. Gente maja y con ganas infinitas de agradar. Y lo de Nicoleta no tiene nombre. Una tía majísima y encantadora, a la que le encantan los niños. Yo fui con Huguete que tiene 4 meses, y nos ayudó en todo lo que necesitamos. Hasta a cambiarle los pañales. Mejor atención imposible.
Conclusión barra: Una barra elegante donde el principal atractivo es una comida excelente, que puedes degustar en medias raciones.
Precio de barra: 20€ por persona
Borja disfrutó del comedor.
Yo estuve unos días después, casualmente, cenando en el comedor con unos amigos y con el club kviar. Éramos cinco y nos tomamos la primera caña o copa de cava en la barra, y luego pasamos a sentarnos. Nos pusieron en una mesa redonda buenísima y la verdad es que el comedor es muy agradable. Tomamos unos entrantes para compartir, un segundo por cabeza y un postre para pelarnos. De vino un par de botellas de Viñas del Vero Gewurztraminer (23€), que es un vino blanco de uva afrutada que me encanta.
De aperitivo nos pusieron un salmorejito muy rico, que no sirvió para ir calmando el hambre, junto con la selección de pan, de 4 tipos y todos estupendos. Yo me puse hasta arriba de pan.

El primer entrante fueron los chipirones rellenos. Muy buenos y en su perfecto punto, si bien para los cinco que éramos no nos dio para más de un bocado.

Lo siguiente, y una de las mejores cosas, fueron los huevos escalfados con boletus edulis (la «seta comestible» de moda, que sin duda la nombre al restaurante) salteados. El plato estaba tremendo, en su punto perfecto, porque si no sería un desastre. De nuevo una lástima que hubiera que compartirlo entre tantos. Yo salí con la idea de que era mejor pedir solo un par de primeros, en mayor cantidad para que así cada uno toque a más y pueda saborear el plato de principio a fin. Pasa mucho que hay platos que con solo un bocado no te dice gran cosa. Necesitas varios, para que el sabor se desarrolle y lo disfrutes en toda su plenitud.

El último entrante era por unidad, y en este caso sí que pedimos uno para cada uno (estupenda idea), y lo agradecimos. Era la flor de calabacín en tempura rellena de gambas, otro de los platos estrella del lugar. La fritura y el sabor a verdura y gambas son perfectas, así que no os lo perdáis.

Pasando ya a los segundos, probamos varias cosas. La lasaña de txangurro, entre hojas de patata prometía mucho y lo cierto es que el sabor, muy intenso, era fenomenal, pero creo que le faltaba algo de acompañamiento que lo hiciera menos pesado. Creo que es mejor pedirlo como entrante entre 2 o 3 que como plato principal.

El tartare de atún, que era de fuera de carta (normalmente tienen en carta el de salmón y el de buey), fue para mí lo mejor de la noche. Unos trozacos de atún rojos rojos y enormes. Jugosos y picantitos, en su punto perfecto. Un gran descubrimiento.

Yo tomé pluma ibérica. Me apetecía algo de carne, y de noche me resulta más ligero algo de cerdo que un chuletón de vaca. Estaba en su punto, crujientito por fuera, rojito por dentro y con un sabor a ibérico magnífico. Estaba bueno tal cual, pero venía con un acompañamiento de un pisto o ratatui que le iba al dedillo.

Y por último la vieira a la parrilla. Una ración bastante hermosa, de vieiras de las buenas, sobre una cama de verduras. Muy recomendable.

El postre lo encargamos junto con el resto de la comida, porque nos dijeron que tarda 20 minutos en hornearse y así nos ahorramos la espera. Era una tarta de manzana con helado de vainilla. Al contrario que lo habitual estos días no es fina y no es tatín, es una tarta de manzana tridimensional y está que te mueres.

Conclusión del comedor: Un sitio muy muy acogedor, con un servicio estupendo y un comedor elegante y agradable, sin jaleos. El único pero es que hacía un poco de calor, pero supongo que subiendo el aire se hubiera solucionado. La comida, entre tradicional y con un toque moderno, y sin cosas raras, cantidades buenas, sobre todo en los segundos, y unos precios aceptables.
Precio del comedor: 40€, incluyendo el 30% de descuento del club kviar
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