Tenemos hoy una entrada que tenía pendiente desde hace unos meses cuando visitamos Barcelona, que quedamos a comer con mi amigo Paco y familia que se conocen ya de memoria la zona de la Sagrada Familia. El restaurante elegido fue Ósmosis, que recuerda al intercambio de fluidos y a las membranas, operación que es posible que hagan para lograr algunos platos de esta cocina moderna que está de moda.
Ósmosis es un restaurante no muy grande, pero que acoge unas pocas mesas y resulta bastante agradable, sobre todo la parte de arriba. Ofrece una cocina moderna a un precio bastante asequible, así que resulta una opción muy buena para probar por esa zona. Ofrece siempre un menú degustación fijado, lo que permite que puedan reducir costes al preparar lo mismo para todo el restaurante, aunque en lugar de filete con patatas sean cosas realmente elaboradas y ricas.
Empezamos la comida con unas cervecitas y un aperitivo sencillo, pero triunfador. Unas aceitunas de Sicilia con un sabor espectacular, y unos miniflamenquines con confitura de tomate.

También vino de aperitivo una sopa de melón tomate y alcaparra. Puede sonar rara pero el sabor era la leche.

La última introducción fueron los panes, de levadura viva, impresionantes, y a mojar en el mejor aceite de oliva y acompañados de dos sales muy especiales: una negra de Hawai, y otra rosa del Himalaya. La negra me flipó, con un sabor muy salado y muy intenso. La rosa, más suave, también tenía un sabor muy rico en el paladar. Parece mentira que estemos hablando de sales!

Tras la introducción comenzamos con los primeros de verdad. De vino tomamos Marqués de Riscal reserva de 2007, un clásico con el que es fácil acertar. Empezamos con un salmorejo con cecina, aceitunas y huevo duro.

- Seguidamente nos trajeron un plato que nos flipó a todos: el arroz con bacalao, piparra rellena de brandada y un alioli de naranja. Un auténtico luzajo, todo en su punto de cocción y solo podemos echarles en cara que nos hubiera gustado más cantidad.

Luego llegó el pescado: rape con verduras, crema de colmenillas y calabaza. Podéis ver que las lascas del pescado eran enormes, y el rape es mis pescados favoritos. La combinación del pescado con las verduras y las salas me encantó.

El plato final fueron las costillas de cordero con crema de yogur, escalibada y puré de patatas. Otra delicia sorprendente. Una de las mejores cosas de este sitio es que el plato está lleno de sorpresitas como las «gotas» de zanahoria o pimiento que lo acompañaban.

De postre una pera al vino rellena de mató (un queso catalán) acompañada de una bola de helado de canela. Mmmm. muy rico.

Finalmente aunque no estaba en el menú nos animamos y pedimos un extra, el trío de quesos con trío de confituras. Todo un triunfazo, y muy bien de cantidad.

Conclusion: Un sitio muy completo, que se ve que lo lleva gente joven y con ganas de innovar, pero que para hacerse notar, juega también con un precio muy competitivo
Precio: 45€ con menú, bebidas y quesos
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