La semana pasada fui a conocer Aponiente el tan nombrado últimamente restaurante del chef del mar, Ángel León. Yo veraneo desde siempre en el Puerto de Santa María, ya que mi familia (y yo mismo) es de Jerez, y cuando me enteré de que uno de los sitios revelación del momento estaba en el mismísimo Puerto, decidí que tenía que conocerlo cuanto antes, aprovechando mis cortas vacaciones de agosto allí.
Aponiente está en el centro del Puerto de Santa María, en la Calle Puerto Escondido, que es una pequeña y evocadora calle perpendicular a la ribera, muy cerca del bullicio de Romerijo y Casa Flores. Se puede reservar por email o por teléfono, con un plazo máximo de 1 mes. El local es pequeño (10 mesas), por lo que seguramente sea complicado conseguir mesa los fines de semana. Como en verano cualquier día es bueno, yo fui a cenar en martes.
La decoración del local no es lo mejor que tiene, ya que parece un poco cerrado y el color verde no favorece mucho. En cualquier caso es luminoso y más o menos espacioso, por lo que el ambiente resulta agradable. La cocina, abarrotada de cocineros jóvenes se puede al entrar o al salir a través de la vitrina. En mesa el servicio es espectacular: Ángel presenta el menú y toma la comanda, el sumiller es apasionado, simpático y un experto en su campo, y los camareros muy simpáticos, atentos y cuentan los platos con esa gracia gaditana que se encuentra en pocos restaurantes de este nivel.
Desde el año pasado no hay carta, solo menú degustación (113€) y una versión reducida del mismo (81€). Se puede ampliar con un maridaje de vinos por 32€ más. El menú incluye 6 tapas canallas y 11 platos principales, divididos en tres lances. El menú corto solo tiene 3 de esos platos; uno de cada lance elegidos por ellos. Por último se acaba con dos postres y unos petit fours. Podéis ver el menú en la siguiente foto mal sacada:
Yo fui con mi abuela de 84 años, mi madre y mi hermana y no veas cómo nos reímos, sobre todo con mi abuela que no está acostumbrada a estos platos tan enrevesados. Creo que los camareros también se sorprendieron un poco cuando les llevaba la contrario en cada plato, jajaja. Me hubiera gustado probar el menú completo, pero al final al ser una cena nos decantamos por el reducido. De cantidad estuvo bien, pero si eres de buen comer puedes terminar con un poco de hambre al ser platos muy ligeros en general. Yo al final salí bien porque me tomé algunos de los platos de mi abuela. El menú completo, por otro lado, creo que es sobradamente extenso para contentar a cualquier estómago, y por supuesto a sus paladares.
Pedimos para empezar una caña, que nos sirvieron muy fría y muy rica, seguramente era Alhambra 1925, junto con el primer entrante, los chicharrones de morena. El entrante más sencillo, pero estaba bueno. Unas cortecillas hechas con la piel de la morena, con un buen sabor a mar. Durante la toda la comida te van poniendo los cubiertos y los utensilios que estrictamente necesitas para ese plato. Durante la mayoría de las tapas no te ponen nada puesto que está pensado que uses los dedos, para rechupeteo generalizado.
El segundo entrante fue uno de los platos que han hecho famoso a Ángel: los embutidos de pescado (Matanza Marina). Te sirve un plato con 4 rodajas: butifarra, salchichón, chorizo y sobrasada. A la vista emulan perfectamente sus homólogos porcinos, pero están hechos 100% con carne y grasa de pescado. El sabor además es lo mejor, porque combina el sabor del embutido con un toque muy leve de pescado. El salchichón por ejemplo creo que lleva mojama, pero perfectamente sazonada como si fuera embutido normal. Buenísimos!
Después vinieron unos molletitos estupendos. Consiste en un mollete de miniatura jugosillo relleno de zurrapa de atún y cubierto con una lámina de atún ahumado. Muy sencillos pero me gustaron mucho.
Tras eso una burrata verde a base de queso, grasa de pescado, erizo de mar y plancton, cubierta con una pimienta aromática buenísima. Me fastidió un montón que fuera tan pequeña para cuatro porque me encanta la burrata y el sabor a erizo que tenía era flipante. El mejor entrante seguramente.
Tras esto, otro plato magnífico, aunque te tiene que gustar el pescado poco hecho. Dos canapés de pescado ahumado con brasas de aceituna, para potenciar el aroma. Uno de sardina sobre panecillo con cama de tomate y otro de pez tambor entre hojaldres. Qué sabor y finura!
La última tapa es muy cachonda, aunque tampoco sea una maravilla gastronómica. Consiste en ponerte caracoles de mar al estilo de los caracoles de campo. Primero un vaso de caldito moruno con unos burgaíllos dentro, como se toman los caracoles en cádiz en semana santa. El caldo era espectacular. Ese saborcito aromático y picantito, llevado a la perfección. Luego pinchabas los burgaíllos con un instrumento especial. Al lado te traían unas cañaíllas al estilo de las cabrillas, cocinadas con cebollita caramelizada. Buenas, pero duritas.
Antes de pasar a los segundos, haré un inciso sobre el vino. Como tal no nos enseñaron la carta de vinos, sino que se pasó el encantador sumiller Juan Ruiz a hacernos su recomendación. Preferíamos un blanco, dado el menú, y nos recomendó que tomáramos un albariño. Nos trajo el magnífico Pazo Señorans 2011, pero como justo yo acababa de comprar una cajita de 6 botellas de este vino para casa, y se lo comenté, se empeñó en traernos otro similar para que pudiéramos conocer un vino nuevo. Finalmente entonces tomamos un Nora 2011, otro albariño que resultó ser igual de bueno. El precio razonable: 25€.
Empezamos ahora con los platos principales, uno frío y dos calientes. El frío es lo que Ángel llama Surimi de Pescado Clandestino, y aunque pueda parecer un poco tonto a mí me gustó muchísimo su sabor. El surimi como sabéis es la pasta de pescado que hacen mucho los japoneses, que típicamente en España se ve en forma de los palitos de cangrejo. Ángel, jugando con este tema, presenta una rodaja de lo que parece un gran palito de cangrejo, pero que en realidad está hecho con negrita, un pescado poco conocido y que solo se usa para hacer harina de pescado. Ángel consigue con ello un plato excelente, infusionándolo por fuera con remolacha, para imitar el bordecillo rosa. Junto al él, un cubito de rábano y quesillo.
El segundo plato fue el mejor de los tres, aunque eché de menos más cantidad. En un caldito de pescado, flotando dos empanadillas. El envolvente es una lámina finísima del exterior del calamar. En el interior, el interior del mismo en un guiso espectacular. Es importante meterse el ravioli entero en la boca y romperlo, para lograr esa sensación de explosión sensorial. Buah! El caldo tan bueno que rebañé con ganas de más.
El último plato es el más contundente, y estaba muy bueno, aunque a mí me resultó un poco pesado porque me empalagan mucho los pescados grasientos. Consiste en una cazuelilla de rabo de toro, imitado mediante una parte de la ventresca del atún increíblemente suave y sabrosa, como el propio rabo de toro. En cualquier caso me gustó mucho más el acompañante que el propio, plato. Consistía en dos patatas-puerro; patatas a las que le habían hecho miles de ranuras finísimas para abrirlo como un acordeón y meterle dentro una especie de nata antes de meterlas al horno. Me fliparon!
Para terminar, dos postres. Uno ligerito y otro más contundente. El primero es un sorbete digestivo de manzana verde, wasabi y plancton, sobre una hoja de hinojo. El sabor es sublime. Los tres sabores tan distintos (manzana, wasabi, mar) están presentes y luchan por prevalecer, logrando una armonía perfecta.
El segundo postre es un poco marranete, porque consiste en una versión del alfajor de Medina. Es un canutillo de crema, pero que al estar congelada se mantiene durita para poder cogerla, aunque al contacto con los dedos se empieza a derretir, con lo que acabas bastante pringado. Tras esto tomamos un café con unas tejas y petit fours para terminar. Debo decir que aunque el servicio fue espectacular durante la cena, al llegar la hora del café y la cuenta se relajaron demasiado y no nos atendieron tan bien.
La verdad es que la experiencia fue espectacular, aunque me quedé con las ganas de tomar el menú completo. Espero volver el año que viene antes de que le den la segunda estrella michelín y suba más los precios.
Web: http://www.aponiente.com/
Precio: 90€ (menú reducido más pan, agua y vino. Nos invitaron a las bebidas del principio y a un par de copas de vino sueltas)
Menudo fenómeno que estás hecho. Ya me contarás las observaciones de tu abuela. Si tu abuela viene por Madrid… podríamos reservar en el DiverXo a ver que le parece.
La voy a meter el blog de comentarista, jeje.
Básicamente no le molaba nada lo de los trampantojos, que te dijeran que era una cosa pero luego fuera otra… Y se partía de risa con la retahíla de la explicación de los platos.