El otro día nos decidimos a probar The Yeatman, casi un desconocido para los habitantes de Oporto, y es un crimen, siendo el único restaurante de la ciudad con una estrella Michelin, y, según descubrimos, las mejores vistas de todo Oporto.

The Yeatman es parte del hotel del mismo nombre, situado en la parte sur del río Duero y por tanto realmente parte de Vila Nova de Gaia. Tiene una situación privilegiada en lo alto de la colina, justo al lado de las bodegas Taylor’s, que son el estandarte de la compañía a la que también pertenece el hotel: The Fladgate Partnership. El hotel lleva abierto desde 2010 y surgió con la idea de ser el mejor hotel de la zona, con todos los lujos posibles y en la mejor ubicación. Merece la pena dar una vuelta por él porque es casi un palacio. El nombre lo toma de la familia que dirigió la compañía durante muchos años, asociada con Taylor y Fladgate, y es un antiguo nombre del inglés normando del siglo XI que significa guardián (gatekeeper; yeat = gate). El chef del hotel se llama Ricardo Costa, muy renombrado en Portugal.
El restaurante abre todos los días y puede organizar cenas privadas y degustaciones de vinos. Normalmente ofrece tres menús degustación que rondan los 70-110€ si no me han informado mal, pero los domingos tienen un menú de mediodía más ajustado pero igual de cuidado y delicioso. Sale por 45€ más bebidas. Como hacía un domingo excepcional comimos en la terraza, bajo una elegante sombrilla y refrescados por la ligera brisa que llega del mar.

Empezamos el almuerzo con un aperitivo: oporto blanco seco: Taylor’s Chip Dry. Servido en una copa finísima y helado, una auténtica pasada de vino, me encantó. Es mucho menos dulce que los oportos blancos normales y resulta perfecto de aperitivo. Lo acompañamos de una amplísima selección de panes, mantequilla para untar muy rica y un buen aceite de oliva.
Al poco nos pusieron también un bocadito de pescado con soja, mayonesa de wasabi y caviar.


El menú consistía en un entrante a elegir entre cuatro y un segundo de entre siete. Carmen pidió de primero los huevos, que venían rotos, con espárragos, presunto jamón y caviar. Súper buenos. Una versión de lujo de nuestros huevos rotos, y el jamón bastante bueno, para ser presunto.

Yo pedí un primero bastante menos generoso en cantidad (silbando me quedé), pero estaba muy bueno también. Eran dos pequeños ravioli de buey de mar mezclado con melón, carpaccio vegetal y unas burbujas de mozzarella molecular (!). Venían también dos camarones de regalo. También como complemento me trajeron una copa de balón con un agüita con una rodaja, que olía a gambas como si se hubieran lavado las manos en ella… Resulta que era el consomé frío de crustáceos y lima, pensado para que lo degustaras junto con el plato. No estaba malo, pero tampoco me acabó de convencer y el olor no era atractivo.

En los segundos ya me empecé a sentir mucho más cómodo. Chuletón dee novillo a la brasa con migas de setas, polenta cremosa y salsa bearnesa. Una locura de bueno. La carne venía fuera del plato, en una cazuela caliente, y daba casi para dos raciones (la foto solo muestra una). Si os gusta la carne poco hecha hay que decirlo, pero para mí estaba perfecta, ligeramente rosita y muy sabrosa.
La carta de vinos del restaurante es un lujazo, gracias a que el hotel tiene también un Wine Club, que organiza todo tipo de eventos, e incluso promociona muchos vinos nuevos. La carta tiene una amplísima variedad de todos los precios, y csai todos los puedes pedir por botellas o por copas. Carmen tomó un blanco: Oboé y yo tinto: irMAOS. Ambos magníficos.

Carmen quiso probar la pasta casera al pesto. Muchas veces pedir pasta en el sitio no adecuado es un error tremendo, pero en este caso estaba magnífica. Salteada con alcachofas, legumbres y tomate seco, y con una salsa de pesto espumosa muy muy suave. Por encima un toque de lascas de parmesano.

Y llegamos a los postres. Si alguno se ha quedado con hambre hasta este momento, no hay problema, porque llega un carro entero de ellos.


Carmen eligió un Pao de Lo muy bueno, casi totalmente líquido y con canela, un poco de queso con pan de nueces y unas natillas con fruta y natas. Yo elegió el pudding, que era como un tocino de cielo muy dulce, y el tiramisú. Realmente compartimos casi todo. Un festín.

Para terminar la comida nos trajeron unos pocos mignardises y unos cafés, que nos tomamos más a gusto que un arbusto.

Como veis el hotel entero es espectacular. El sitio donde quedarse en Oporto si puedes elegir. En resumen: puede que no sea el sitio más típico ni turístico de Oporto, pero si queréis ir a comer bien, con un servicio de 10, en un lugar casi idílico de lo agradable y unas vistas de escándalo. daos un paseo por the Yeatman cuando vayáis. Aviso: llegar en coche puede ser complicado, por lo laberíntico. Para llegar hay carteles, pero para salir conviene llevar el GPS!

Precio: 57€